En el
año 1229 cuando el Rey Jaime I decidió conquistar Mallorca se dio cuenta de que
no disponía de los medios económicos necesarios. Entonces pidió ayuda al obispo
Berenguer de Palou.
El
Obispo se la concedió, pero con dos condiciones.
En
primer lugar tenía que darle la quinta parte de los territorios que conquistase
en Mallorca, y también la quinta parte de la ciudad de Palma.
Jaime
I cumplió su palabra, pero no con demasiada justicia.
Le
entregó las tierras más pobres de la isla, las que no servían, por su clima y condiciones,
ni para la agricultura. Estaban situadas en la zona de Calviá, Palma Nova,
Santa Ponsa y Andrats…
Esas
tierras son llamadas del “pariatge”, del pacto.
La
palabra “pariatge” no figura en el diccionario catalán, pero sí en los códices
antiguos de la época.
Los
isleños, listos ellos, y pasados los años, también lo comprendieron así y por
eso dedicaron esas zonas para la industria del turismo, pero se pasaron… En
todos los libros de arquitectura, por ejemplo, figuran fotos de la zona de
Santa Ponsa como ejemplo de una nefasta construcción…
La
quinta parte de la ciudad de Palma que el Rey Jaime I entregó al obispo
Berenguer fue la parte donde está situada la iglesia de la Santa Cruz y
alrededores.
J.
M.
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